lunes, 29 de diciembre de 2014

Y ahí, en la mañana, donde sé el verdadero color de las sábanas, me di cuenta que son ellas las que guardan mis
lamentos, mis alegrías, mi ser. Porque sí, no es la almohada, ya que no uso más que para adornar la cama. Sino que
ellas, a las que me aferro con fuerza sonriendo, llorando, o con un simple gesto de tranquilidad al estar a punto de caer
en las manos del amante más preferido por todos; morfeo.